Hay historias que me atraviesan de una manera especial.
Historias que no son solo sesiones de fotos, sino capítulos compartidos, momentos vividos, emociones capturadas con la cámara… y con el alma.
Hoy quiero contarte la historia de una niña a la que llevo fotografiando desde que era… eso, una niña.
La hija de mi profesora de fotografía.
Un regalo de la vida que ha estado delante de mi objetivo en muchas etapas: cuando era pequeña y la vida le quedaba enorme, en su Primera Comunión con esa mezcla de inocencia y orgullo, y más tarde, en sesiones para su primer book como actriz y modelo.
Ahora cumple 20 años.
Veinte.
Y aunque su mirada ha cambiado, sus sueños han crecido y su mundo se ha ampliado… en su esencia sigue estando esa niña.
Esa que un día posó con timidez, que sonreía con todo el cuerpo, que jugaba sin preocuparse de nada más que del instante.
He querido rendir homenaje a este recorrido con una imagen que lo resume todo: una foto de cuando era pequeña junto a otra actual, con 20 años.
Dos versiones de la misma persona.
Dos retratos que me recuerdan lo poderosa que puede ser la fotografía cuando la vivimos con verdad.
Porque no se trata solo de ver cuánto ha crecido.
Se trata de recordar lo que fuimos, abrazar lo que somos y proyectar lo que queremos llegar a ser.


La fotografía como testigo fiel del tiempo
Este tipo de historias me reafirman en algo que siempre he creído profundamente:
📸 La fotografía es mucho más que una imagen bonita.
Es un puente.
Un vínculo entre generaciones, entre edades, entre versiones de nosotros mismos.
He tenido el privilegio de ver crecer a esta joven delante de mi cámara. Y eso no se olvida.
Cada sesión ha sido un paso más, un peldaño en esa escalera que es la vida.
Y me emociona pensar que, gracias a esas fotos, un día ella podrá contar su historia con imágenes.
Mostrarle a sus hijos cómo era de niña. Recordarse a sí misma en cada etapa.


¿Y si empezamos hoy tu propia historia?
No hace falta esperar a un cumpleaños especial para empezar a construir este legado visual.
Cada momento que vives con tus hijos, con tu familia, contigo misma… es irrepetible.
Hoy puede ser el primer capítulo de una historia que fotografiemos juntos durante años.
Para que un día, cuando el tiempo haya pasado y los recuerdos se mezclen, puedas mirar atrás y decir:
“Esto era yo. Esto éramos nosotros. Y qué suerte haberlo guardado.”
Con el corazón lleno de gratitud por historias como esta,
Nuria – Flashion Fotografía
¡Hola! Yo soy Nuria y llevo 14 años haciendo fotos a niños y familias en mi estudio de fotografía en Valladolid.

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