Este pueblo, aunque pequeño, es famoso por sus
Acantilados :
el Falaise d’Amont y el Falaise d’Aval, emplazados a un lado y otro de la playa de guijarros.
El Falais d’Aval destaca por su imponente arco, al que el escritor francés Maupassant comparó con un elefante con la trompa en el agua, y la cercana Aiguille, una aguja rocosa de caliza blanca de 70 m de altura que se eleva sobre el oleaje.
Más adelante, en el acantilado se encuentra otro arco impresionante, llamado La Manneporte.
En el cabo del lado opuesto se alza el Falais d’Amont, donde puede verse un recuerdo a dos aviadores que intentaron cruzar el Atlántico en 1927 y que fueron vistos por última vez en este lugar.
Un sitio espectacular que pude recorrer (aunque no lo parezca) este verano. Una de las visitas impresdincibles si se decide ir a Normandía.